Hay juegos y juguetes que engañan a nuestra percepción visual, mientras que otros amplían nuestra capacidad interpretativa. Aprendemos que ni todo lo que vemos es real, ni todas las formas son tal y como las percibimos, lo que contradice el sentido común más elemental. Realidad y ficción se confunden y todo parece posible.

En este ámbito destacan los elementos que crean ilusiones ópticas: figuras y juegos que engañan a nuestros ojos y estimulan nuestro cerebro, para divertirnos de lo lindo. Es el caso del anamorfoscopio, en el que un espejo cilíndrico nos devuelve a las proporciones reales una imagen deformada, del zoótropo, precursor del cine, y de los proyectores de diferente formato en los que el movimiento es la clave.

Entre los aparatos de este ámbito destacan el primer proyector de «Cine NIC» construido totalmente en madera por los hermanos Tomàs y Josep Maria Nicolau en 1935. Y también el proyector sonoro, también de NIC, el proyector Isuar Cinema y el cine Mickey, fabricados en Barcelona entre los años 1930 y 1936.

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