Las personas invidentes o con discapacidad visual se ayudan de sentidos como el tacto y el oído para leer e interpretar el mundo que les rodea. Así pues, gran parte de los juegos y los juguetes desarrollados para estos colectivos presentan escritura Braille o elementos en relieve específicos para el tacto (fichas redondas, planas, cóncavas y convexas, etc.).

En este ámbito se muestra Braillín, un muñeco ideado en Argentina por una profesora de una escuela de niños invidentes. Aquí fue realizado por la ONCE conjuntamente con la empresa de juguetes Famosa y el Instituto Tecnológico del Juguete. Se trata de un muñeco que sirve para aprender a leer y escribir y permite familiarizarse con el código de escritura y lectura Braille. Braillín tiene seis botones en la barriga con los que se pueden hacer los relieves de las letras del alfabeto Braille. Es un juguete pensado para niños invidentes, pero que también puede ser usado por otros niños para comprender el sistema Braille.

También se exponen juegos como el ajedrez, las damas, un Monopoly fabricado en los Estados Unidos en 1973 o el juego de la oca, entre otros, así como barajas de cartas y juegos infantiles de memoria con piezas de distintas texturas o relieves. Algunos de estos juegos, aunque estén desarrollados para invidentes, presentan los colores habituales, de forma que las personas no invidentes también puedan participar en ellos. Es el caso del parchís, en que las fichas de los jugadores se encajan en unos agujeros del tablero y los diferentes acabados superiores de cada una (además del color) sirven para identificarlas. También se muestra el libro infantil Ulls i estrelles, dedicado a la obra de Joan Miró, adaptado al tacto: las formas y los vibrantes colores del artista se han trasladado a diferentes releves.

Las pelotas sonoras con cascabeles en el interior permitían a las personas invidentes sentir su recorrido. Destaca también un globo terráqueo con los continentes y los océanos en relieve y las leyendas en Braille.